Los jardines verticales y la depuración del aire

La vegetación tiene una interesante influencia en la arquitectura por su capacidad para transformarla estéticamente, pero también por su aspecto funcional, aislando los edificios y mejorando la calidad del aire.



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A lo largo de la historia han existido los jardines verticales en diversas partes del mundo. Sirvan de ejemplo los famosos jardines de Babilonia.

Muchas civilizaciones han utilizado plantas para cubrir los edificios, pero es a partir de 1988, cuando un botánico francés, llamado Patrick Blanc, patenta el concepto de jardín vertical en forma de muro vegetal.

Es a partir de este momento cuando surge un movimiento cultural en torno a este tipo de jardines, no solo con una finalidad estética, sino también funcional y ecológica.

¡Comenzaremos con un poco de historia!


Los “Jardines colgantes de Babilonia” son el ejemplo más antiguo conocido de jardín vertical.  Se cree que fueron terrazas escalonadas sobre enormes piedras sobre las cuales caían arbustos junto a la plantación de flores y árboles. Hay quienes consideran que se levantaron durante el Imperio Neobabilónico bajo el poder de Nabucodonosor II, que los construiría en honor a su esposa en el siglo VI a.C.

También existían en la América precolombina y en la arquitectura de la antigua India, en forma de abruptas terrazas. En la cultura romana es notable la aportación a la arquitectura vegetal, donde los edificios se integran en el paisaje mediante grandes pórticos y galerías que dan a jardines colgantes. Los romanos también colocaron árboles en lo alto de edificios institucionales, así como en los mausoleos de sus emperadores.

En el periodo gótico,  multitud de muros de iglesias, palacios y patios, se cubrían con guirnaldas y tramos florales y en el Renacimiento, dónde se redescubrieron los clásicos modelos romanos.
Durante el clasicismo o el barroco se concibe la naturaleza como una continuación más del edificio.

Entre los siglos XIX y XX, el movimiento “Jugend”, (la versión alemana del Art Nouveau-Modernismo), utilizaba plantas trepadoras para marcar la transición entre casa y jardín.

 Ya a principios del siglo XX. La vegetación sigue teniendo un papel relevante en la llamada “arquitectura orgánica”, movimiento promovido por arquitectos escandinavos y por el arquitecto americano Frank Lloyd Wright.

También en el siglo XX el movimiento inglés “Garden City” utilizaba plantas trepadoras en las fachadas de las casas.

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En la década de los treinta en Europa, hubo una cierta decadencia en su utilización, las nuevas técnicas de construcción, basadas en conceptos funcionales, no eran muy partidarias de las fachadas verdes.

En EE.UU en cambio, apareció la figura de Stanley White Hart, que en 1938 patentó un sistema de muros vegetales, aunque su invento no progresó más allá de los prototipos en su patio trasero en Illinois.

La potenciación actual de los jardines verticales, sobre todo en Francia y Alemania, ha venido sobre todo por la figura del botánico francés Patrick Blanc, al que se le considera el verdadero creador de los actuales muros o paredes verdes. Y que ha realizado numerosos diseños en todo el mundo, desde que patentó su sistema en 1988. Por ejemplo el edificio “Caixa Forum” de Madrid, que se instaló en 2008 y fue el primero de este tipo en España.

Patrick Blanc y los muros vegetales.

Su idea de muro vegetal surgió cuando tenía doce años y comenzó a experimentar con plantas fijadas a fieltros de fibra de coco, colocados sobre un muro, y por las que hacía circular el agua de su acuario para depurarla.

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Ya siendo botánico, se especializó en plantas de las selvas tropicales. En sus múltiples viajes a éstas observó como hay plantas que viven sin suelo de forma natural, siempre que tengan agua, luz y nutrientes. Algunos ejemplos son las plantas epifitas que viven sobre los árboles de la selva o las plantas que viven sobre rocas. También observó la habilidad de las raíces para crecer a lo largo de una superficie vertical.

Basándose en estos conocimientos y experiencias, inventa los jardines verticales en forma de muro vegetal. Para diseñarlos utiliza especies de distintos colores, formas y texturas para crear una obra de arte viva que va cambiando a lo largo del tiempo.

Según el concepto ideado por Blanc, el sistema de soporte de la planta es muy ligero y, por lo tanto, puede ser implementado en cualquier pared, sin que importe su tamaño. Su jardín vertical se puede configurar tanto en interiores como en exteriores, y la selección de especies las establece de acuerdo con las condiciones climáticas del entorno.

El sistema patentado por Blanc, utiliza un sistema de riego hidropónico y la estructura se compone de una estructura metálica, un panel de soporte, una capa de irrigación, los elementos que suministran el agua y nutrientes y los que recogen el agua. Las plantas que lo componen suelen ser plantas que en la naturaleza son capaces de vivir sin tierra, bien en las rocas o encima de los troncos, aunque se pueden utilizar otros tipos.

Los jardines verticales situados en interiores, tienen una función más estética-decorativa que los situados en el exterior. Permiten, en espacios reducidos, disponer de un espacio vegetal, que de otro modo sería imposible. Se sitúan en todos los espacios de un interior, salones, dormitorios, zonas de recepción y mejoran la calidad del aire en el interior.

Actualmente la patente del sistema Patrick Blank está extinguida y han surgido una gran cantidad de empresas que se dedican a su instalación tanto en España como en el resto del mundo.


Tipos de jardines verticales.

Los jardines verticales o muros verdes, difieren de las 'fachadas verdes' ya que tienen el medio de crecimiento apoyado en la cara vertical de la pared del edificio, mientras que las fachadas verdes tienen el medio de crecimiento solo en la base.

Actualmente en el mercado hay una gran variedad de sistemas de jardinería vertical: hidropónicos, modulares, preplantados, plantados in situ, sistemas plug-in, sphagnum, kits, etc.

Los podemos clasificar en función del tipo de sustrato o de si se plantan o no en el lugar, de la siguiente forma:

Jardines verticales hidropónicos.

En estos sistemas las raíces crecen en un medio inerte: fieltro no tejido (poliamida, poliester…), lana de roca, espumas técnicas. La solución nutritiva discurre a través de tubos. En estos jardines verticales todos los nutrientes son aportados vía riego. Por ejemplo el jardín del “Caixa Forum” de Madrid, creado por Patrick Blanc.


Jardines verticales con sustrato.


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En estos sistemas las raíces crecen en un medio con un medio granular con porcentaje orgánico más o menos elevado, las mezclas de sustrato utilizadas suelen ser ligeras, pueden incluir arlita, perlita, sphagnum o espumas técnicas que les confieren la capacidad de retención de agua, aireación y drenaje. Lo nutrientes se pueden aportar vía riego en mayor o menor porcentaje pero no son imprescindibles para el funcionamiento a corto plazo.




Modularidad.

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Los jardines verticales se dividen en modulares y construidos “in situ”. Los sistemas modulares están compuestos por una serie de paneles prefabricados mientras que los sistemas “in situ” se construyen capa a capa en el lugar. Los primero permiten un montaje más rápido mientras que los segundos permiten adaptarse a cualquier forma sin la limitación que implica el módulo del panel.


Kits. Existen una serie de kits de jardinería vertical en el mercado destinados a ser construidos por los usuarios. Estos elementos requieren el mantenimiento del usuario como cualquier otro jardín. Su éxito o fracaso depende por completo de sus mantenedores.


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Existen otros sistemas de jardinería vertical fuera de esta clasificación como los jardines verticales de trepadoras, las instalaciones de jardineras en vertical y otros.

Beneficios para el aire y el medio ambiente.

Los jardines verticales no solo tienen un sentido estético, sino que son pequeños ecosistemas en el corazón de la ciudad, o en el interior de los edificios, y que además depuran el aire que respiramos.

A continuación enumeramos los principales beneficios que producen en el medio ambiente:

Depuran el aire exterior, eliminando contaminantes y polvo y también ayudan a compensar la huella de carbono, tanto de las personas como de las emisiones procedentes del combustible, ya que absorben dióxido de carbono y producen oxígeno en la fotosíntesis.

Un edificio de 4 plantas con una fachada portadora de este sistema filtra al año 40 toneladas de gases nocivos y 15 kg de metales pesados (Darlington, 2001) .

Las plantas también mejoran la calidad del aire en el interior de los edificios puesto que eliminan los nocivos compuestos orgánicos volátiles y otras toxinas nocivas, como el benceno y los formaldehidos.

Ofrecen aislamiento térmico.

Reducen hasta 5 grados la temperatura interior de un edificio en verano, y la mantienen cálida en invierno, ahorrando hasta 500€/m2 al año.  Como las paredes verdes aportan aislamiento a los edificios, existe una menor demanda de energía, con lo que se ahorra dinero además de reducir la cantidad de subproductos contaminantes nocivos que son vertidos a la atmósfera.

Actúan como barrera acústica natural. La superficie poblada de vegetales bloquea los sonidos de alta frecuencia, y cuando se construyen con substrato o medio de cultivo, también pueden bloquear los ruidos de baja frecuencia. El aislante vegetal reduce hasta 10 decibelios la contaminación sonora.

Aumentan la biodiversidad al crear hábitats para pájaros e insectos. Las paredes verdes pueden ayudar a mitigar la pérdida de biodiversidad causada por la urbanización y promover la sostenibilidad de una amplia variedad de plantas e insectos.

Se pueden utilizar para cultivar alimentos como pequeñas frutas, verduras y hierbas aromáticas en entornos urbanos, dando lugar a fuentes de alimentación sostenibles y controladas en el ámbito local.

Como inconveniente más claro, sobre todo en el caso de los exteriores, es que en ocasiones las plantas enraízan en el muro, con lo que producen daños a la estructura. La solución a ello es una correcta impermeabilización y utilizar plantas muy ligeras