Apuntes del Arboreto (I). Primavera

Comienzo de la primavera en el Arboreto


Tras un otoño frío y lluvioso, el pasado invierno, en líneas generales, ha sido más una promesa que una realidad. Seco y relativamente templado, ha ido dejando paso a la primavera semanas antes de su oficial proclama. Aunque las estaciones aparecen claramente definidas en nuestro calendario por practicidad, lo cierto es que la observación atenta de la naturaleza desdibuja rápidamente esos límites. La vida no se detiene y la superposición de ciclos vitales de múltiples seres vivos muestra que, en cada instante, multitud de procesos suceden ajenos a nuestra compartimentación del tiempo.

Floración del majuelo (Crataegus monogyna)
En estos días fríos y húmedos, se combinan la foliación (producción de hoja en plantas caducas), con la floración, el elemento más característico de los meses que están por venir en el mundo vegetal. Como cada año, una de las primeras plantas en desplegar sus hojas es el saúco (Sambucus nigra), que a finales de invierno anticipa siempre la primavera.

En cuanto a la floración, son semanas en las que el blanco viste el Arboreto, árboles como los cerezos (Prunus avium), o arbustos como el majuelo (Crataegus monogyna) o el endrino (Prunus spinosa), pertenecientes a la familia botánica de las rosáceas, comienzan a florecer con profusión en diversos rincones de la colección. Su llamativa puesta en escena tiene por objeto atraer a diversos insectos que posibilitan la reproducción en una estrategia que se denomina polinización entomófila. En estos casos, su floración precede a la aparición de las hojas, pero en el caso de especies como el mundillo (Viburnum opulus), el orden es justo inverso. Completan el mosaico de blancos plantas de hoja perenne como el loro (Prunus lusitanica) y el bien conocido durillo (Viburnum  tinus).


Inflorescencia masculina de aliso (Alnus glutinosa)
Esta oleada de flores que en estos días comienza, sin embargo, no es la primera que sufre el Arboreto. En pleno invierno, árboles como los fresnos (Fraxinus angustifolia), los abedules (Betula pubescens, Betula pendula) o los alisos (Alnus glutinosa) así como arbustos como el avellano (Corylus avellana), florecieron de manera tal vez más discreta que los ejemplos anteriormente citados.

Cuando una planta florece en invierno, nos dice que no necesita de la colaboración de los insectos para completar su ciclo vital.  Por otra parte, el hecho de que todas las anteriores especies florezcan antes de producir sus hojas revela que confían al viento lo que otras encargan a los insectos, esto es, diseminar su polen. No tendría mucho sentido dificultar la dispersión del polen con las hojas propias o que el acceso de este a las flores femeninas de otros individuos cercanos se viera dificultado. Esta estrategia se denomina polinización anemófila.  


Lagartija ibérica (Podarcis hispanica)

La primavera, como época de transición entre extremos, tiene muchas caras, el invierno reaparece algunos días, el verano se adelanta otros (etimológicamente primavera hace referencia al “principio del verano”).

Insectos tales como los abejorros (Bombus spp.), o reptiles como las llamativas lagartijas colilarga (Psammodromus algirus), roquera (Podarcis muralis) e ibérica (Podarcis hispanica), que con tanta facilidad se nos cruzan al recorrer los senderos del Arboreto, inician una especie de juego en el que aparecen y desaparecen según venga el día. Todos estos habitantes se dejaron ver durante los últimos anticiclones invernales, no obstante, su presencia no será diaria hasta que los días de calor se hagan norma. 

 
Carbonero común (Parus major)
Finalmente, hay algunos habitantes del Arboreto cuya actividad nos habla de primavera incluso los días con peor climatología. En cualquier lugar y casi a todas horas la actividad entre otros de petirrojos (Erithacus rubecula), carboneros (Parus major) y trepadores azules (Sitta europaea) nos anuncia que la vida y sus ciclos, a pesar de todo, siguen adelante.



La pŕoxima semana os contaremos más detalles de la primavera en el Arboreto.